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La realidad más allá de las apariencias

Prabhuji

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Una de las preguntas más profundas

que ha ocupado al pensamiento humano es

¿Qué es la realidad?

Esta cuestión es central

en tradiciones
orientales como el budismo y el vedanta

y también en debates
occidentales de filósofos como Descartes y Kant.

Una de las preguntas más profundas

que ha ocupado al pensamiento humano es

¿Qué es la realidad?

Esta cuestión es central

en tradiciones
orientales como el budismo y el vedanta

y también en debates
occidentales de filósofos como Descartes y Kant.

Sin embargo,

no es un mero ejercicio teórico.

Estas ideas moldean
directamente nuestra experiencia del mundo,

su interpretación

y la manera en que vivimos.

Las perspectivas no-duales
ofrecen una visión fascinante.

Afirman que la
realidad trasciende lo medible,

lo pesado o tangible.

No se limita a lo físico

ni a lo cuantificable.

Como exploraremos,

sostienen que la realidad
tiene una base más fundamental.

La consciencia misma.

Reflexionemos sobre cómo
concebimos la realidad en el mundo moderno.

Las sociedades
científicas y materialistas

identifican lo real con lo medible
y objetivamente demostrable.

Este enfoque, sin duda,

ha sido útil en diversos aspectos.

Sin embargo, también nos ha conducido

hacia una comprensión limitada

de lo que significa existir.

Imaginemos un sueño en el que

nos encontramos en la ciudad
de Vrindavan, en India.

Escuchamos las voces de la gente,

contemplamos los templos majestuosos.

Alguien podría decirnos

eso no es real.

No puedes medir ni tocar
las paredes de los templos.

Sin embargo, sabemos que
ese sueño es real como experiencia.

Es tan vívido que puede dejarnos
emociones que persistan durante el día.

Como vemos, la realidad
no se limita a lo físico.

Debemos considerar también su
impacto en nuestra experiencia consciente.

La consciencia no es un accesorio ni
un añadido. Es el marco donde todo acontece.

Piensa en cualquier experiencia,
un paisaje, una emoción, un pensamiento.

Todo ello existe porque
es conocido por tu consciencia.

Ahora bien, ¿es posible imaginar
algo completamente ajeno a la consciencia?

No. Definitivamente no.

Incluso la noción de
una realidad objetiva 

debe concebirse y
percibirse dentro de la consciencia.

Esta idea ha sido desarrollada
en tradiciones como el Advaita Vedanta.

Según estas enseñanzas, la
consciencia no es sólo una función cerebral

ni un efecto de la actividad neuronal.

Es el sustrato fundamental,
la esencia de todo lo existente,

sin consciencia no hay experiencia,
sin consciencia no hay mundo.

Ahora aclararemos un punto crucial.

Cuando afirmamos que algo es
ilusorio, no negamos su existencia.

Decimos que una
ilusión tiene apariencia, 

pero su verdadera
naturaleza difiere de lo que parece.

Pensemos en una
película proyectada en una pantalla.

Vemos casas, personas,
árboles, animales, muebles.

Sin embargo, sabemos que esas imágenes 

no están hechas de los
materiales que representan.

No hay troncos verdaderos
en los árboles de la película.

Todo lo que
percibimos depende de la pantalla.

Sin ella no habría película.

En este caso, la pantalla
representa la realidad subyacente,

mientras que las imágenes,
aunque ilusorias, tienen una base real.

Pues lo mismo ocurre con el mundo 
que percibimos lleno de diversidad.

Esa variedad es sólo una manifestación 

de una realidad única y
subyacente, la consciencia.

Este enfoque no niega las
apariencias, pero las reinterpreta.

Esto nos conduce a una de las grandes
preguntas, la relación entre mente y materia.

Durante siglos, la filosofía
occidental ha oscilado entre dos grandes perspectivas.

Por un lado, el materialismo, 
que sostiene

 que todo, incluida la mente, 
surge de procesos físicos.

Por otro, el idealismo, que afirma
que lo físico es una construcción de la mente.

Ambas posturas comparten un axioma.
La mente y la materia son entidades separadas.

La visión no dual
propone una tercera vía.

Desde esta perspectiva, 
mente y materia 

no son opuestos, sino expresiones de
una misma realidad, la consciencia.

No existe mente sin materia,
ni materia sin mente, 

ya que ambas son
dos caras de una misma moneda.

Dos aspectos de lo mismo.

Aquí es donde esto adquiere
relevancia para nuestra vida cotidiana.

Porque si todo experimentado 
se basa en la consciencia,

el mundo y los demás son
manifestaciones de una realidad común.

Imaginemos un estadio de fútbol.

A primera vista parece
que los jugadores, la pelota,

los periodistas y los asientos
son elementos distintos.

Desde la perspectiva
no dual, todo lo experimentado 

es una manifestación de la misma
consciencia que está presente en ti.

Esto no implica dejar de
percibir las diferencias entre las cosas.

Continuamos
utilizando conceptos como mente,

materia, espacio y
tiempo para orientarnos en el mundo.

Sin embargo,
comprender que estas distinciones 

no son absolutas
transforma nuestra relación con ellas.

Por ejemplo, fabricar un reloj
parece un logro exclusivamente físico.

Se utilizan planos, cálculos y
elementos como metal, pintura, plástico.

Todo inicia con una
idea que surge en la mente.

Se planifica de manera consciente
y se transforma en un objeto tangible.

Así, incluso un objeto tan concreto
como un reloj tiene su origen en la consciencia.

El verdadero desafío es
trascender las divisiones 

que trazamos entre sujeto y
objeto, entre lo interno y lo externo.

Aunque útiles en ciertos contextos,

 estas separaciones no representan
la naturaleza última de la realidad.

En el pasado, maestros
iluminados como mi Param-guru

Su divina Gracia Bhagavan
Avadhut Shri Mastaram Babaji Maharaj

y mi propio Guru Maharaj Su Divina
Gracia Avadhut Shri Brahmananda Babaji Maharaj

lograron describir
estas verdades con claridad.

Aunque surgieron en contextos culturales específicos, 

sus enseñanzas poseen un carácter universal.

Hoy, estas nociones se han
simplificado para ser más accesibles.

Entender la realidad
como una unidad sostenida por la consciencia 

transforma
nuestra vida y nuestras relaciones.

Todo lo que somos y experimentamos 

es en esencia una
expresión de la misma realidad.

Una realidad que no está en ningún lugar

específico y al mismo
tiempo habita en todo y todos.

En esa unidad, cada
apariencia refleja lo eterno.