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El giro simbólico - parte 1

Prabhuji Season 3 Episode 18

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A lo largo de la historia, los diversos giros filosóficos han transformado el pensamiento occidental.
Alteraron conceptos fundamentales y influyeron nuestra comprensión del mundo.

Habrieron nuevas formas de abordar cuestiones sobre el ser, el conocimiento y la relación del ser humano con la realidad.
Fueron auténticos catalizadores que ayudaron a superar las inercias y expandir los horizontes del pensamiento.
La historia de la filosofía no es una secuencia lineal de pensadores y escuelas, sino que es más bien un proceso dinámico donde los giros redefinen preguntas existenciales.
Ahora bien, ¿Qué significa un giro filosófico?

A lo largo de la historia,

los diversos giros filosóficos

han transformado
el pensamiento occidental.

Alteraron conceptos fundamentales

y influyeron
nuestra comprensión del mundo.

Habrieron nuevas formas de abordar

cuestiones sobre el ser, el conocimiento

y la relación del
ser humano con la realidad.

Fueron auténticos catalizadores

que ayudaron a superar

las inercias y expandir
los horizontes del pensamiento.

La historia de la filosofía

no es una secuencia
lineal de pensadores y escuelas,

sino que es más bien un proceso

dinámico

donde los giros
redefinen preguntas existenciales.

Ahora bien,

¿Qué significa un giro filosófico?

Es una ruptura

que reorienta el pensamiento.

No es un hito histórico,

es una
reconfiguración de la esencia filosófica.

El primer giro

fue la transición de las
respuestas míticas a las científicas.

Este cambio marcó

nada menos que el
nacimiento de la filosofía occidental

como disciplina autónoma.

Los primeros pensadores presocráticos

propusieron una nueva visión del mundo

basada en la razón y la observación.

Sin embargo,

no rechazaron el
mito en favor de la razón.

Filosofos como tales,

Heráclito y Parmenides

recontextualizaron

las explicaciones míticas

sin abandonarlas por completo.

El logos no eliminó el mito,

lo integró como
recurso narrativo para explorar

lo que excede al lenguaje racional.

Por ejemplo,

los mitos de Platón como el
de la caverna o el carro alado

no son relatos,

son herramientas filosóficas
para transmitir conceptos abstractos

y complejos

fuera del alcance del discurso racional.

Aristóteles

llama

tópicos

o lugares de la verdad

a aquellos elementos
que no son puramente racionales.

Apesar

de que inicialmente

el mito y el logos

estaban integrados,

La filosofía occidental relegó el
mito a un plano secundario, a un segundo plano.

Debido a este prejuicio, el mito
fue sumestimado como fuente de conocimiento.

Los mitos no son
vestigios de un pasado preracional.

Son estructuras simbólicas que
encapsulan verdades profundas y multidimensionales

irreductibles a
categorías lógicas o científicas.

Relegar el mito implica perder una

herramienta clave para
comprender nuestra humanidad.

Los mitos nos conectan con
dimensiones inaccesibles a la razón.

Subestimarlos
empobrece nuestra visión del mundo.

Siglos después ocurre el segundo
giro, el giro copernicano de Immanuel Kant.

Este redefinió la relación entre
sujeto y objeto en el proceso del conocimiento.

Antes de Kant se
pensaba que el conocimiento

representaba
fielmente la realidad externa,

pero él nos dice que no experimentamos
el mundo como es, sino como aparece a través

de las estructuras
del sujeto cognoscente.

El giro copernicano
implica un cambio radical.

El conocimiento
deja de ser un reflejo pasivo

para ser una
construcción activa del sujeto.

Categorías mentales como
tiempo, espacio y causalidad 

no pertenecen al mundo, sino que
son condiciones para experimentarlo.

Este giro desplazó la
centralidad del objeto hacia el sujeto

y transformó el
propósito de la filosofía misma.

También impactó otros
campos. En Teología, por ejemplo,

inspiró a repensar la
relación entre fe y razón.

En las Ciencias Sociales
promovió el análisis cultural y antropológico.

En las Ciencias Naturales llevó a
considerar que no conocemos la realidad

sino los paradigmas
con que accedemos a ella.

Así lo enseñó el
epistemólogo Thomas Kuhn.

El legado de Kant pasó a la
tercera revolución, el giro hermenéutico.

En su tesis 11, Karl Marx dice,

hasta el día de hoy los
filósofos se encargaron de conocer el mundo,

de lo que se trata es de transformarlo.

Este giro hermenéutico práctico
supone que el rol del filósofo es transformar.

La filósofa Susan Sotan dirá al respecto.

Ya no debemos interpretar
los textos sino transformarlos.

La cuarta
revolución fue el giro lingüístico.

La atención filosófica
pasó del sujeto al lenguaje.

Filosofos como
Wittgenstein, Sussurg y Ostin

mostraron que el
lenguaje además de describir al mundo

proporciona el marco que
le otorga significado y origen.

Wittgenstein afirmó, los límites de
mi lenguaje son los límites de mi mundo,

señalando que el lenguaje configura la realidad

Austin propuso el
concepto de performatividad.

Los actos de habla no sólo
describen, sino que transforman el mundo.

Las palabras los declaro, marido y mujer

crean una nueva
realidad que es el matrimonio.

Esto nos obliga a reconsiderar cómo

entendemos la relación
entre el lenguaje y la acción,

entre teoría y experiencia.

Ahora llegamos al
quinto, nuestro giro simbólico.

Proponemos revaluar la importancia
de los símbolos que han sido olvidados.

Nos recuerda que no son meros adornos, 

son elementos centrales en
nuestra experiencia del mundo.

Los símbolos en
rituales, narrativas y mitos

han moldeado nuestra
cultura, nos han permitido

acceder a dimensiones de la realidad
indescriptibles para el lenguaje racional.

Ernst Kassider en
su obra Filosofía de las

formas simbólicas señala que los símbolos

son vehículos para
interpretar nuestra existencia.

El giro simbólico redefine el
ser humano como un animal simbólico.

No somos sólo animales
racionales como decía Descartes,

o sujetos lingüísticos como
propusieron los estructuralistas.

Nuestra habilidad para crear
y usar símbolos transforma el mundo.

Este giro contemporáneo es
la culminación de los otros cuatro.

La dimensión simbólica permea
todos los aspectos de nuestra vida.

En religión los símbolos y mitos
expresan nuestra relación con lo trascendente.

En ciencias los modelos
y teorías son representaciones

simbólicas que nos ayudan a
entender los fenómenos naturales.

Incluso en lo
cotidiano, rituales y tradiciones

reflejan estructuras
simbólicas que dan sentido

y cohesión a nuestras relaciones.

El giro simbólico
desafía al racionalismo que

privilege a la razón como
única fuente válida de conocimiento.

La racionalidad,
aunque crucial, no es absoluta.

Las narrativas míticas e
intuiciones simbólicas son medios legítimos de

conocimiento que
complementan nuestra comprensión.

El giro simbólico
muestra que nuestra conexión

con el mundo tracinde de
lo racional y lingüístico.

Mediante los símbolos
encontramos sentido 

tanto en lo que somos como en
lo que podemos llegar a ser.

Los giros nos invitan a
mirar más allá de lo evidente.

No sólo exploran lo
comprendido sino también aquello por desvelar.

Los giros son
expansiones, que abren ventanas

a dimensiones más
profundas del conocimiento,

de nuestra
existencia en el mundo y del ser.

El mito, el lenguaje
y los símbolos son reflejos

de nuestra búsqueda
por nombrar lo innombrable,

describir lo indescriptible, por
comprender lo infinito desde nuestra finitud.

Mediante ellos la
humanidad ha intentado entender el mundo,

ha buscado comprenderse a sí
misma y trazar un mapa de su propia esencia.

En este infinito
proceso descubrimos que cada

respuesta es el
inicio de una nueva pregunta.

La filosofía no ofrece
certezas, nos da herramientas

para mirar el caos con
valentía y descubrir en este.

Un orden siempre cambiante.

El giro simbólico nos recuerda
que la verdad trasciende lo tangible,

pues lo invisible también nos sostiene.

No somos sólo razón ni sólo lenguaje,

somos símbolos en construcción,
puentes entre lo imaginable y lo inconcebible.

Estos giros no son eventos lejanos,

sino pulsos vivos
que laten en cada intento

por comprender lo
que somos y podemos ser.

Además, en los símbolos habita la
riqueza de lo múltiple y el fundamento de lo uno.

'Theon polakis legetai' o dios se dice
de muchas maneras, pero siempre según el ser.

Dejemos, permitamos que estas ideas nos transformen, 

como las
corrientes moldean la orilla.

Y recordemos, la filosofía no
cierra círculos, sino que abre caminos.

Más que llegar, lo
importante es lo que hallamos al andar.