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El Tao: El sendero de la Armonía Universal

Prabhuji Season 3 Episode 12

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"El Taoísmo, también llamado Daoísmo, nace de la sabiduría china. Más que una tradición, es una forma de relacionarse  con la existencia misma.
Tao significa vía o camino. Este sendero no es una senda creada o dirigida
por una voluntad externa, sino el curso inherente de las cosas cuando están en equilibrio."

El Taoísmo, también llamado Daoísmo,
nace de la sabiduría china.
Más que una tradición,
es una forma de relacionarse
con la existencia misma.
Tao significa vía o camino.
Este sendero no es una senda
creada o dirigida
por una voluntad externa,
sino el curso inherente de las cosas
cuando están en equilibrio.
En este sentido,
seguir el sendero o el Tao
significa
alinearse con las leyes naturales
y evitar forzar o resistir
los ritmos fundamentales de la vida.
Es el principio organizador del cosmos,
el fundamento que
sostiene toda la realidad.
Este enfoque en el recorrido
distingue el Taoísmo
de tradiciones centradas en conceptos
o ideas como Dios,
verdad o el nirvana.
El Taoísmo elige un término
que encarna movimiento,
experiencia y transformación.
El Taoísmo tiene raíces en el siglo IV
antes de nuestra era,
influido por la
escuela de los naturalistas.
Esta escuela sintetizó
teorías como el Yin Yang
y los cinco elementos
ofreciendo una base cosmológica.
Estas ideas explicaban el mundo
como un sistema dinámico
y en constante equilibrio.
En el siglo II, antes de nuestra era,
el Taoísmo se institucionalizó
con la escuela de
los maestros celestiales.
Zhang Daoling lideró esta escuela
desarrollando conceptos filosóficos
y creando una estructura
para expandirse entre la población
o crear una mayor difusión.
A lo largo de los siglos,
el Taoísmo evolucionó,
originando movimientos como el Xuanxue,
o Neo-Taoísmo entre los
siglos III y VI de nuestra era.
Este movimiento
profundizó en textos clásicos
y exploró temas como el vacío
y la naturaleza inefable del Tao.
Más adelante surgieron escuelas como
Shangqing, Lingbao y Quanzhen,
Cada una con
enfoques distintos, diferentes.
Shangqing destacó en
meditación y visiones trascendentes.
Lingbao incorporó elementos budistas
enriqueciendo sus rituales.
Quanzhen, por su parte,
promovió una síntesis entre Taoísmo,
budismo y confusionismo.
El Taoísmo no emergió en aislamiento.
Interactúa y
contrasta con otras tradiciones.
Comparte con el budismo el interés
por el desapego y la introspección.
Sin embargo, el budismo busca liberarse
del ciclo de renacimientos o el samsara,
mientras el
Taoísmo prioriza la integración
con el flujo del Tao.
A diferencia del confusionismo,
el Taoísmo prefiere la espontaneidad
y la adaptabilidad
dejando en segundo plano
normas y rituales estrictos.
En Occidente muestra paralelismos
con el estoicismo y el neoplatonismo,
especialmente por su énfasis
en vivir acorde a la naturaleza.
Aun así, el Taoísmo mantiene un enfoque
más intuitivo, más contemplativo.
Aunque el Taoísmo experimentó
declíbe durante
las dinastías Ming y Qing,
su legado permanece.
En Taiwán el Taoísmo se adapta
y evoluciona,
integrando diversas tradiciones.
Esta transformación refleja su esencia.
El Tao es cambio constante,
mutación constante,
fluir.
Para entender el Taoísmo,
es esencial comprender el Chi,
la energía vital que conecta
y equilibra todo en el universo.
Este flujo constante,
una danza entre contrastes,
mantiene la armonía entre los opuestos
y da vida a todo lo existente.
El Chi, o el Qi,
es fundamental en el
Taoísmo y otras tradiciones chinas.
A menudo, traducido como energía vital,
o aliento vital,
su significado es más amplio.
El Chi se considera una fuerza dinámica
que fluye a través del
universo y todos los seres vivos.
Conecta y sostiene la vida misma.
En el Taoísmo el Chi está ligado al Tao,
el principio
universal que rige la realidad.
Además, se entiende como
una manifestación
de la interacción entre el Yin y el Yang.
Fuerzas opuestas, pero complementarias.
Polaridades opuestas pero complementarias.
Para entender el Chi
imaginemos un flujo constante
en movimiento perpetuo.
Es una energía que combina lo material
y lo inmaterial.
En la visión Taoísta el Chi está en todo,
en el aire que respiramos,
hasta los ciclos naturales.
Es la fuerza que da vida y
mantiene el equilibrio universal.
Por ejemplo,
al observar como la naturaleza transita
del invierno al
verano, vemos al Chi moverse
de la quietud al dinamismo.
Este mismo flujo se
refleja dentro de nosotros,
en nosotros, en la
respiración, la circulación de la sangre.
Y nuestras emociones.
En los seres humanos
el Chi es la
energía vital que nos da vida
y permite nuestras funciones.
Según el Taoísmo,
fluye por caminos invisibles
llamados jing luo o meridianos
que conectan órganos y partes del cuerpo.
Estos canales
llamados Nadis en el Yoga
son como ríos que
distribuyen el Chi uniformemente.
Si el Chi se bloquea
o desequilibra
pueden aparecer problemas de salud.
La medicina tradicional china
busca restaurar su flujo armónico.
Métodos como la acupuntura, el masaje (tui na),
la alimentación balanceada
y las hierbas medicinales
ayudan a mejorar su
circulación y equilibrar el cuerpo.
El Chi en nuestro cuerpo
se divide en varios tipos.
El Chi prenatal o ancestral
es la energía heredada
de nuestros padres al nacer.
Fundamento de nuestra vitalidad.
El Chi nutritivo
proviene de los alimentos y el aire
renovándose
constantemente para darnos energía diaria.
Por último, el Chi
defensivo funciona como un escudo
protegiéndonos de factores externos
como enfermedades o
cambios drásticos en el entorno.
En el taoísmo, cuidar el Chi
es esencial para una vida equilibrada
y longeva.
Con el tiempo se han creado técnicas específicas
para fortalecer esta energía.
Dos prácticas destacadas
son el qigong y el taichí chuan.
Ambas combinan movimientos suaves
respiración consciente
y concentración para
activar y equilibrar el Chi.
Estas técnicas no sólo buscan
mantener la salud física,
sino también conectar
nuestra energía interna
con el flujo del universo.
El objetivo es lograr
una unidad entre cuerpo, mente y entorno.
El Chi no se limita al individuo.
Forma parte de una visión cósmica
mucho más amplia.
En la naturaleza se manifiesta
en el viento que mueve los árboles,
el agua que fluye o el
crecimiento de las plantas.
Todo en el universo
depende de este flujo constante.
Por eso el taoísmo incluye prácticas
como el Feng Shui,
que armonizan el Chi en los espacios
donde habitamos y trabajamos.
Al organizar el
entorno para favorecer este flujo
se promueve en la salud, el bienestar
e incluso la prosperidad
y nos permite fluir con el tao.
El gran ritmo del universo.
En el karate, por ejemplo, el Chi fluye
de manera armoniosa, o el Qi en Japón,
entre las polaridades del Yin y el Yang
durante la ejecución de un golpe.
El yang asociado con la velocidad y la expansión
se manifiesta en la explosividad
del movimiento al lanzar el golpe.
Movilizando el cuerpo
y el Chi hacia el objetivo
con máxima intensidad.
Por otro lado, el Yin
ligado a la contracción
y la estabilidad
actúa como el centro que
permite acumular y concentrar el Chi
antes del impacto,
asegurando control y precisión.
Este equilibrio entre
la expansión Yang y la contracción Yin
maximiza la efectividad del golpe,
permitiendo que la energía
fluya con potencia y propósito.
Por ejemplo,
cuando una persona
da un golpe
ordinario,
una persona que no tiene
conocimiento de artes marciales,
se tensa, se contrae, el
enojo, la rabia, lo que sea,
y trata de llegar
con esa tensión, un Chi concentrado,
comprimido, trata de
llegar, pero entonces pierde
velocidad
porque la velocidad
con que yo llego de este punto
a mi meta me la
puede dar el Yang,
que es una relajación
de ser agua o aire.
Necesito el Yin solo
cuando llego a la meta.
Sólo en ese momento en que toco, digamos,
la mandíbula del contrincante
es el único momento donde preciso
esta contracción o Yin.
Entonces todo el karate
es una armonía, un equilibrio
entre Yin y Yang,
entre contracción y relajación.
El cuerpo se relaja, adquiero rapidez
y solo en el momento de llegar al golpe
se contrae no sólo la mano,
todo el cuerpo
¿Si?
¿Y de dónde procede
el golpe?
Muchos pensarán
físicamente de la mano.
No, su origen pensarán, es el codo,
otros pensarán su origen es el hombro,
es del hombro, otros pensarán
de los músculos, del
pecho, de la espalda, no.
El golpe
o el movimiento en
las artes marciales
nace no de la periferia sino
del centro mismo de la existencia.
Es una explosión, una explosión de Chi
una explosión de Qi
donde el desplazamiento ocurre con Yang
y la relajación se es agua y el impacto
es Yin o la contracción
es una explosión, no?
El tauismo aborda
la inmortalidad de forma fascinante
esta no siempre se interpreta
como vivir
eternamente en un sentido físico.
Aunque algunos taoistas
buscaban ese
objetivo mediante la alquimia
existe una visión más simbólica
la verdadera
inmortalidad consiste en integrarse
plenamente con el tao.
En este enfoque la longevidad
no depende sólo de los años vividos
sino de la calidad de la vida:
estar en plenitud y alineado con el orden natural.
La alquimia taoísta
busca la transformación personal,
el equilibrio espiritual y la unión con el tao.
A diferencia de la alquimia occidental
que persigue transformar metales en oro
su objetivo es perfeccionar al individuo.
Esto se logra mediante la armonización
de energías internas y externas.
Se practica en dos formas principales.
La alquimia externa o waidan,
utiliza sustancias físicas
como minerales y
hierbas para crear elixires.
De manera simbólica
o literal estos buscan prolongar la vida
y conectar con el flujo universal.
Esta práctica refleja
como los elementos externos
presentan aspectos
internos que deben purificarse
La alquimia interna,
o neidan
se enfoca en
cultivar la energía vital chi
dentro del cuerpo, dentro del organismo.
Mediante meditación,
respiración consciente y visualización.
Su propósito
es refinar las energías esenciales:
jing (esencia física),
chi (energía vital) y shen (espíritu).
Este proceso busca integrar
completamente el ser
donde el
cuerpo actúa como un crisol
que transforma estas energías
para alcanzar la unión con el Tao.
La alquimia taoísta subraya
la armonía entre el jin y el yang
fundamentales para
mantener un flujo energético
constante y equilibrado.
La alquimia taoísta
se complementa
con prácticas como el qigong, el taichí
y la medicina tradicional china.
Todas comparten
el propósito de equilibrar
y armonizar la energía interna y externa
promoviendo el bienestar integral
y la conexión con el universo.
Estas prácticas demuestran
como el taoísmo integra cuerpo y mente
en una visión holística.
El Tao está presente en cada
aspecto de la vida
el cambio de estaciones,
el movimiento de las galaxias,
el latido del corazón, todo
sigue un flujo natural y espontáneo.
Es fascinante por que no se apoya
en conceptos rígidos
sino en la observación de la sabiduría de la
naturaleza y en aprender de ella.
El taoísmo no es solo teoría
también ofrece formas prácticas
de vivir en armonía con el tao.
Un ejemplo clave es el concepto
de «wu wei» traducido como
«no acción» o «acción sin esfuerzo».
Sin embargo «wu wei»
no implica pasividad ni resignación
consiste en actuar en sincronía con el flujo natural
evitando interferencias innecesarias.
Es como remar en un río
luchar contra la
corriente agota nuestras fuerzas,
mientras que fluir
con ella nos lleva más lejos
y con mucho menor esfuerzo.
Este principio enseña a vivir con espontaneidad
adaptándonos a las circunstancias
en lugar de intentar controlarlas
o resistirnos a ellas
El taoísmo destaca los tres tesoros
compasión, frugalidad y humildad.
La compasión nos conecta
al reconocer que somos
parte del mismo flujo cósmico.
La frugalidad invita a evitar
excesos materiales,
emocionales y mentales.
La humildad nos recuerda
que no somos el centro
sino una parte del
todo.
Estos valores tienen impacto ético y
reflejan principios cósmicos fundamentales:
equilibrio, moderación y conexión.
El tao carece de forma y límites
es el vacío primordial, el «wu»
del que todo surge y al que todo retorna.
Un flujo continuo
de transformación y unidad.
Aunque su esencia es indescriptible,
trascendiendo palabras y conceptos
el camino puede ser explorado y explicado.
Buda enseña que los
budas no transfieren la verdad
sino que señalan el camino
los discípulos
deben recorrerlo por sí mismos
ya que nadie puede vivir ni morir
ni caminar por otro.
La verdad es una experiencia personal, individual
e intransferible.
El tao se comprende
como un camino sin senderos predefinidos,
esta visión radical muestra que
el camino
y la meta son inseparables.
Estar en el camino
es ya haber llegado.
Así el tao refleja
la unidad intrínseca
entre viaje y destino.
El medio es el fin.
No hay objetivo
separado, ni un punto final
externo hacia el cual avanzar.
Esta perspectiva
elimina etapas intermedias
o avances parciales.
En contraste
con quienes imaginan
caminar,
avanzar hacia la iluminación
para el tao no
existen grados de iluminación,
se está en ella o no.
Estar en el camino implica
la completa fusión con éste
como quien se sumerge en el océano
el viajero y el recorrido se vuelven uno.
La ausencia de una meta externa
es una revelación esencial del tao.
El camino es el inicio de la meta
y la meta el fin del camino.
Cuando la meta se separa del sendero
emergen ansiedad
tensión, deseo y lucha.
Aparecen preocupaciones por el tiempo
la dirección correcta,
el éxito o el fracaso.
En cambio
al entender el sendero como
la meta misma
el futuro pierde
influencia
y el tiempo se disuelve.
Esto libera el
practicante del temor y la ambición
situándolo plenamente en el ahora.
La mente habituada a proyectar
y fragmentar
pierde fuerza
ante la ausencia del mañana.
Si no hay lugar al que llegar
no puede haber postergación
y este instante se
convierte en la totalidad
en el que reside la liberación.
El tao
al invalidar al deseo y la anticipación
enfrenta
directamente los engaños de la mente.
Esto desmonta los artificios que usa la mente
para escapar de la realidad inmediata:
los hitos, las etapas
y las ilusiones de un futuro ideal.
En esta comprensión radical, cada instante es pleno
y suficiente en sí mismo.
Sin nada que alcanzar
ni progreso que evaluar,
el individuo
se sitúa en el eterno presente.
Según el Tao, la iluminación surge
cuando la mente deja de huir hacia el mañana.
Libre de expectativas.
Este estado se compara a
un río que desemboca en el océano.
Una unión total con el todo.
La clave está en
ver la vida como un flujo indiviso,
una totalidad sin fragmentación.
En esta plenitud
la liberación no es un logro futuro,
sino una
realización de que todo está en el presente.